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LERA: El sitio de mi recreo


Volvía a Madrid con cierta tristeza pero, al mismo tiempo, se dibujaba en mi cara una pequeña sonrisa. Sensaciones encontradas que diría alguno.

Y la verdad es que estaba triste, incluso hasta algo enfadado. Conducía camino de Madrid donde me esperaba la rutina, un día laborable en medio de un acueducto… Dejaba atrás unos días de desconexión en Castroverde de Campos, un lugar donde había descubierto un pequeño oasis de felicidad regentado por unas personas fantásticas que, con amabilidad, cariño y buen hacer, me hicieron descubrir ese lugar que todos soñamos encontrar, donde uno se siente como en su propia casa, si no mejor. Donde te tratan como uno más de su familia.

Sobre esta casa, sobre Luis Alberto, Cecilio y Minica, se ha escrito mucho y bien, siempre bien, será por algo. No voy a descubrirles a estas alturas este restaurante, pero sirvan las siguientes líneas a modo de agradecimiento a la familia Lera, a Natalia, esa gran anfitriona, a Ramón, todo un fenómeno, y al resto del equipo.

En la vida uno conoce a muchos tipos de personas, pero personalmente siento una especial predilección por aquellas que luchan contra viento y marea por perseguir un sueño, sueño en el que creen con los ojos cerrados, sueño en el que a veces sólo creen ellos mismos, y ello a pesar de que todo el mundo intente levantarles de su letargo. No se engañen, son personas que salen de su zona de confort porque necesitan algo más, porque creen en ese algo más. Personas que, teniendo todo en contra, con esfuerzo, dedicación y grandes dosis de talento, son capaces de sacar adelante un trabajo digno de admiración. Así es Luis Alberto Lera, un tipo que, por circunstancias de la vida, se crió entre fogones, aprendiendo de la cocina de su madre, una trabajadora incansable y una persona encantadora, y continuó su formación en algunas de las mejores casas de este país (Viridiana, Zuberoa y Arzak). Me quedé con ganas de preguntarle de quién había aprendido más.

Esas mismas circunstancias de la vida le llevaron de nuevo a Castroverde de Campos, a su casa de siempre, a ese paraíso de cazadores, a ese Mesón que estaba lleno día sí y día también. Pero, como he dicho antes, hay personas inconformistas que siempre andan buscando algo más. El resultado de todo ello es LERA.

LA POSADA:

La nueva ubicación del restaurante se sitúa dentro del propio hotel que gestiona la familia, algo que facilita el disfrute y el poder beber sin preocuparse del coche. Perfecto para desconectar.

No esperen un Relaix Chateau, no lo es, pero tampoco esperen una casa rural. Les asegura el que suscribe que estarán tremendamente a gusto. Las habitaciones son amplias, funcionales, limpias y con unas camas fantásticas. Y es que en Lera, además de comer, uno duerme como un niño. Puede que la culpa de esto la tenga Ramón y sus vinos.

EL DESAYUNO:

Quizá para muchos el desayuno que se sirve en esta casa no tenga nada de especial: un poco de jamoncito, tostadas, pastas y una torta de chicharrones. Sin embargo, a mí me pareció glorioso. El jamón excepcional, las pastas perfectas y la torta de chicharrones merece un monumento.

Por cierto, tanto las pastas como la torta de chicharrones se pueden comprar, previa reserva, en la Pastelería Magdaleno (980 664 656) que se encuentra justo en frente del antiguo Mesón.

LERA:

En cuanto a la comida, poco que decir que no se haya dicho ya.

En esta casa son más que conocidos sus platos de caza, siempre contando con el mejor producto posible: cerceta, pichón, perdiz, paloma, etc. Siempre logrando puntos perfectos y sabores intensos, la perfección en cada plato, imposible de igualar.

Además de la caza, que ya de por sí merece el viaje, los platos de cuchara son capítulo aparte. Las lentejas con pato y foie y las alubias con liebre me resultaron dos platos memorables, con ese punto de cocina de siempre, de nuestras abuelas, platos llenos de sabor, redondos, inmejorables.

En dos visitas comí 14 platos. Sí, los he contado, y de ninguno de ellos puedo sacar un comentario negativo. Sin ser un gran fan de los escabeches, los de esta casa tienen ganada su fama. Muy ricas y originales ensaladas. Espectaculares elaboraciones de setas y trufas, a destacar una fantástica crema de hongos con huevo escalfado y trufa y una espuma de trufa con trompetas y papada ibérica.

Platos que reúnen producto y técnica, mezcla de tradición y modernidad, impecables en su ejecución, una auténtica maravilla.

Como no podía ser de otra manera, los postres están a la misma altura que el resto de la comida. Buenos helados caseros (no se pierdan el de leche de oveja), correcta tarta de queso y unas natillas que me hicieron regresar a mi niñez. Recuerden que #nopostrenoparty.

En cuanto a la bodega, si se animan, bajen con Ramón a conocerla ya que les adelanto que merece la pena. Así podrán ustedes mismos seleccionar su vino. Si les da pereza el bajar las escaleras y conocer los entresijos subterráneos de Lera, déjense aconsejar. En esta casa se bebe muy bien y a unos precios muy comedidos.

Cuentan las malas lenguas que los negocios familiares tardan tres generaciones en ser destruidas, con Luis Alberto todavía tendrán que esperar.

No les diré que tienen que ir. Sólo les diré que yo estoy deseando volver desde el momento exacto en que me fui.

Espero, con estas humildes líneas, el haberles acercado un poco a lo vivido por el que suscribe en un fin de semana fantástico. No obstante, en ocasiones, uno no encuentra las palabras exactas para describir todo lo vivido. Menos mal que, en esos momentos, siempre estará Antonio para echarnos una mano.

El sitio de mi recreo (Antonio Vega)

LERA

C/ Conquistadores Zamoranos, s/n

49110 Castroverde de Campos (Zamora)

Tel.: 980 664 653

Web: www.restaurantelera.com

Hotel y Bodega "Senda los Frailes"

Fotos: Estrella SIN Michelín

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